Nuestro espacio, bien sea el personal o el laboral, es el reflejo de lo que somos en el. Cómo bien reza el principio hermético de correspondencia, "cómo es adentro es afuera, cómo es arriba es abajo", lo que significa que fuera de nosotros expresamos lo que somos internamente. No sé trata de hacer ver qué el orden o el desorden son buenos o malos, sino de determinar por qué la vida no es como nosotros la queremos o la deseamos.
Una persona ordenada y aseada puede desde el punto de vista positivo ser más enfocado a la hora de proponerse a realizar alguna acción o manifestar algún deseo, a diferencia de una persona desordenada que puede manifestar dispersión, perdida de interés, e incluso hasta falta de determinación y flojera. Sin embargo el orden puede ser también una respuesta al temor que implica la opinión ajena, cosa que a las personas desordenadas parecen no importarle.
No solo ocurre con casas, habitaciones, espacios laborales, sino también en lo macro, comunidades, pueblos, países, continentes, todos son reflejo de la conciencia reinante en ellos. Es por eso que vemos diferencia entre cada uno, países que tienen el potencial para ser ricos sumidos en la pobreza y países sin ningún recurso en avanzado progreso, porque cada uno de ellos es el reflejo de la conciencia predominante de sus habitantes.
Nuestra realidad siempre es el reflejo de lo que somos en nuestro interior, en nuestro pensamiento y sentimientos, en nuestra conciencia. Si deseamos mejorar debemos corregir lo que está mal y empezar a mejorar nosotros, de manera que los cambios comencemos a experimentarlos nosotros en principio y comiencen a verse reflejados en nuestro hogar, nuestro trabajo, la comunidad a la que pertenecemos, nuestro país, hasta que se convierta en la realidad de nuestro mundo. No es un trabajo fácil, pero si que vale la pena intentarlo.